Mono González

Historia

Alejandro “Mono” González, muralista: “El arte es parte de la terapia de las sociedades”

Cada año, el 15 de abril, se celebra el Día Mundial del Arte, para reforzar los vínculos entre las creaciones artísticas y la sociedad, fomentar una mayor conciencia de la diversidad de las expresiones artísticas y a poner de relieve la contribución de los artistas al desarrollo sostenible.

En el Día Mundial del Arte 2024, la Oficina Regional Multisectorial de la UNESCO en Santiago entrevistó al muralista chileno, Alejandro “Mono” González, sobre la importancia de la efeméride y la relación entre la expresión artística y la sociedad. 

Mono González comenzó sus primeros pasos como artista en el colegio. En la escuela de su ciudad natal, Curicó, ubicada en la Región del Maule (a 200 kmal sur de Santiago), fue seleccionado por sus habilidades artísticas para cursar estudios en la Escuela Experimental Artística, la primera escuela de arte para primaria y secundaria en Chile y América Latina, ubicada en Santiago. 

Como un niño proveniente de una familia de escasos recursos, con un padre obrero y madre dedicada a las tareas del hogar, encontró en el arte una oportunidad de alcanzar su pleno potencial. En la escuela recibió herramientas para desarrollar su talento y tuvo como maestros a los muralistas Fernando Marcos y Osvaldo Reyes. Ambos muralistas habían ganado una beca del convenio del Estado de Chile con México para fomentar la educación artística. Fernando Marcos era el director de la escuela. 

Es por la influencia de estos profesores que González decidió ser muralista: “Los estudiantes crecimos rodeados de esto, yo tuve esa suerte. Esa es una parte por la cual me dedico a esto, que tiene que ver con la academia. La otra parte, tiene que ver con que siempre he estado ligado a lo social, a lo político, a los acontecimientos de mi país”.

González fue miembro del centro de alumnos de la Escuela Experimental Artística y parte de los sindicatos, cuando comenzó su vida laboral. “Siempre había un diálogo entre cultura, arte y actividad política”, recuerda, de sus tiempos en la escuela. 

El artista, licenciado en diseño teatral de la Universidad de Chile, es uno de los miembros fundadores de la Brigada Ramona Parra, un grupo organizado de muralistas que utiliza los espacios públicos para hacer llegar su mensaje político. El grupo tuvo gran influencia en Chile en los años previos y posteriores al Golpe de Estado de 1973. González fue uno de los responsables, junto al pintor Roberto Matta, del histórico mural “El primer gol del pueblo chileno”, creado en el año 1971. 

“Siempre he creído que el arte es parte de la terapia de las sociedades”, dice González. “Más que uno querer producir impacto, mi proposición es tener participación en la sociedad. Soy un ciudadano, por sobre todas las cosas. Me imagino, a veces, a un gásfiter o a un albañil y pienso ¿Cómo le aporto con lo que voy haciendo con mis manos?”, agrega. 

Desde un galpón ubicado en el Persa (mercado) Biobío, en Santiago, en el cual tiene expuestas sus obras, González asegura: “El artista no puede estar solo y encerrado. No me lo imagino. Nunca me ha pasado, quedarme encerrado en mi intimidad. Aquí en el persa estamos en un lugar público, en donde la gente mira, en este momento circula y está observando lo que uno les muestra”. 

¿Cuál cree que es la importancia de celebrar el Día Mundial del Arte? 

La importancia tiene que ver con sensibilizar a la sociedad. No necesariamente uno quisiera que todos fueran artistas, pero sí que tuvieran acceso al arte y a la cultura. Estamos hablando de artes visuales, música. Estos días ayudan a poner en el centro que hay que poner atención a estas expresiones culturales. 

Las sociedades están, hoy en día, bien menoscabadas. Entre la delincuencia, las drogas... De alguna manera hay que sensibilizar, luchar en contra del individualismo, en contra del egoísmo y el egocentrismo, luchar por los valores que se han ido perdiendo. El arte puede ayudar a sensibilizar, solidarizar, hacer comunidad, construir sociedad justa. En ese sentido, creo que el arte tiene que estar de alguna manera ahí, participando en esas construcciones. Al arte, lo veo más cercano a la vida que a la muerte. Cuando uno habla de la importancia de la expresión artística o del arte, tiene que ver con eso, tiene que ver más con la vida que con la muerte. 

No me imagino cómo sería el mundo, por ejemplo, si no hubiera existido Guernica de Picasso como bandera de denuncia, o Los desastres de la guerra de Goya, no me imagino si no hubiera existido esa sensibilidad del artista para capturar el entorno. Es un arte que al final termina siendo parte de la historia, en el sentido del contexto en el que nace, se desarrolla y representa. También es testimonial, en ese sentido. 

¿Cuáles son los desafíos para los jóvenes que quieran dedicarse al arte, particularmente aquellos en situación de pobreza?

El primer desafío para quienes se quieran dedicar al arte con escasos recursos ha sido siempre correr el cerco, romperlo: educarse y sobrevivir. El segundo desafío, que hoy en día es más bien conocido, es abrir espacio a los jóvenes, ser generoso con darle la oportunidad a los jóvenes. Por ejemplo, ahora estamos abriendo un taller y en ese taller "Residencias de grabado, taller del Mono", vamos a tener un espacio donde vamos a tener una prensa para que los jóvenes vayan a imprimir y exponer sus grabados. 

Tenemos que darles las posibilidades a los jóvenes, porque hay mucho talento que a veces se pierde. Yo he conocido en mi camino a muchos muchachos, con mucho talento, pero que por su situación económica, por situaciones políticas, etcétera, no han logrado surgir. Han quedado en el camino. Cuando los jóvenes dicen que van a estudiar arte sienten que se van a morir de hambre. Pero luchando, siendo porfiado, perseverante, yo he logrado sobrevivir. Viniendo de esa misma pobreza.

¿Hay algún mensaje que le gustaría dar por el Día Mundial del Arte? 

Que los que quieran estudiar arte sean porfiados, que no se rindan en el camino. Es difícil, incluso a veces he tenido que alternar, para hacer mi trabajo, con otros tipos de oficios, entre la carpintería y la escenografía, con los que he logrado alimentar a mis hijos o educarlos, en parte. Hemos sobrevivido y estamos creando todavía. Tengo 77 años, hemos logrado tener frutos. La gente reconoce los valores de las cosas, o se identifica con lo que uno representa.