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Conozca a Angel y Fatma, emancipadas gracias a la educación en Tanzania

“Si una mujer carece de instrucción, si no tiene trabajo, si duda de sí misma y si no logra valerse por sí misma, la vida puede parecerle cruel”, afirma Asela Mataba, la madre de Angel. Angel, de 17 años, cursó sus estudios en la escuela secundaria Ngweli de Sengerema, en Tanzania.

Con un 32%, Tanzania posee una de las tasas de escolarización más bajas de educación secundaria en África y tiene que hacer frente a desafíos relativos al tránsito de la escuela primaria a la secundaria. En particular, suele ser este el caso de las niñas.

A pesar de que se han alcanzado avances para acabar con los matrimonios infantiles y aumentar el acceso a la educación para las niñas y los niños, la crisis de la COVID-19 ha acentuado los retos a los que deben hacer frente las niñas. Se trata fundamentalmente de normas y prácticas socioculturales profundamente arraigadas e institucionalizadas en la sociedad y en el sistema educativo, por lo que limitan las oportunidades de acceso de las niñas a la escuela, de no abandonar sus estudios y de culminarlos.   



  

Angel aprende a creer en sí misma

 

Los prejuicios basados en el género impiden a menudo que las niñas estudien disciplinas de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), algo que repercute en la escasa representación femenina en estas carreras. En Tanzania, las prácticas pedagógicas inapropiadas han provocado estos últimos años discriminación y rendimientos más bajos de las niñas con respecto a los niños en los exámenes estatales y en las disciplinas de matemáticas y ciencias.

Para luchar contra los estereotipos y prejuicios socioculturales que refuerzan la creencia en que las disciplinas científicas son meramente masculinas y difíciles para las niñas, los docentes de la escuela de Angel recibieron una formación pedagógica sensible a las cuestiones de género que les mostró cómo enseñar tomando en cuenta las necesidades específicas de aprendizaje de las niñas y los niños. Tras culminar la formación, los docentes incitaron a numerosas niñas a participar en las actividades científicas.

Gracias al apoyo de su profesor, Angel pudo mejorar su rendimiento escolar, y se dice a sí misma: “Angel, no puedes fallar”. Cree en sí misma y en que las niñas pueden tener tanto éxito como los niños en las disciplinas STEM. “Fui la primera de la clase de Física en este trimestre”, afirmó.

Angel participa también en las actividades de un club juvenil en el que los alumnos expresan sus opiniones acerca de las cuestiones relativas a su educación y a sus vidas. Los miembros del club adquieren también nuevas competencias, reciben formación en materia de educación integral de la sexualidad e iniciativa empresarial, y tienen acceso a oportunidades de tutoría. Junto a los otros 62 miembros del club Angel ayuda en el comedor escolar, aplicando de este modo las competencias que ha adquirido en el ámbito de la iniciativa empresarial.

Una segunda oportunidad para Fatma

“Las adolescentes y las madres jóvenes que abandonan la escuela pierden a menudo su interés por continuar sus estudios”, explica Mkasi Ally, facilitadora del aprendizaje de Fatma. Fatma, de 24 años de edad, había abandonado sus estudios, y creía, como muchas niñas y mujeres jóvenes que han parado sus estudios, que esto significaba el fin de todos sus sueños.  

Las perspectivas para las niñas de Tanzania que no tienen instrucción, conocimientos o competencias útiles para el trabajo son limitadas. La ausencia de oportunidades para desarrollar las competencias empresariales y profesionales a escala local constituye un obstáculo adicional para que estas mujeres jóvenes puedan comprometerse con un empleo o trabajo independiente significativo después de abandonar la escuela.

“Cuando abandonan la escuela, la única opción para la mayoría de las niñas es el matrimonio”, explica Mohamed Khamis, el padre de Fatma. “Cuando este programa comenzó, recuperé la esperanza en que Fatma continúe su aprendizaje”.

Fatma se incorporó a un centro comunitario para jóvenes en donde se enseña la alfabetización básica, cálculo y competencias digitales. “Antes de incorporarse al programa, no sabía leer una frase completa”, afirma Fatma. “Ahora, sé leer y escribir, y puedo ayudar a que los demás también aprendan a leer”. Asimismo, ha adquirido competencias digitales, tales como la utilización de tabletas para acceder a otros materiales de aprendizaje, así como competencias en materia de iniciativa empresarial.

Fatma se ha beneficiado de una segunda oportunidad para continuar sus sueños. “Tengo el propósito de abrir una tienda para vender mis productos y de enseñar a coser a otras jóvenes”, afirmó.

El aprendizaje durante el periodo de COVID-19

Para limitar la propagación del virus, las escuelas de Tanzania cerraron durante cuatro meses, entre marzo y junio de 2020. Los cursos de Angel y Fatma se interrumpieron durante este periodo.

“El COVID-19 ha perturbado nuestro aprendizaje”, declararon Angel y sus compañeros. “No hemos podido obtener ayuda de nuestros compañeros o docentes, excepto a través de la comunicación móvil. Muchos de nosotros no tenemos acceso a dispositivos móviles personales”. Cuando las escuelas volvieron a abrir, Angel estaba feliz de poder regresar a la suya. No obstante, ella y sus compañeros perdieron horas de aprendizaje durante el cierre de las escuelas y tuvieron que estudiar fuera de los horarios escolares para recuperar el retraso en el programa de estudios.

Los cursos de Fatma en el centro comunitario para jóvenes también quedaron suspendidos, pero siguió cosiendo desde casa. Algunas de sus compañeras fueron al centro y fabricaron máscaras para venderlas.

La UNESCO estima que durante el pico de la pandemia más de 13 millones de educandos de Tanzania quedaron sin escolarizar, de los cuales 7 millones eran niñas y mujeres jóvenes. Tanzania fue el primer país de África Oriental en volver a abrir sus escuelas en junio de 2020, y el Programa conjunto sigue trabajando con las comunidades para que las niñas puedan continuar sus estudios.

Las comunidades contribuyen a promover la educación de las niñas

Neema Zakaria, profesora de Angel y campeona en la educación de las niñas, hizo hincapié en el apoyo a los padres como clave para el respaldo a la educación de las niñas. “Trabajamos en estrecha colaboración con los padres y tutores. Debatimos las cuestiones que atañen a las adolescentes y su educación, por ejemplo, la violencia basada en las cuestiones de género en la escuela y en la casa’.

El aprendizaje es esencial para el futuro de niñas como Angel y Fatma. “La educación es importante para el trabajo y la vida que deseamos tener. Hoy en día, incluso para ser un buen agricultor, hay que poseer conocimientos y competencias sobre la utilización de los fertilizantes apropiados para aumentar la producción”, declararon los miembros de la comunidad del distrito de Sengerema.

Los miembros de la comunidad se comprometieron también a elaborar entornos de aprendizaje más seguros y adaptados para las niñas y las jóvenes como Angel y Fatma. Las palabras de la madre de Angel resuenan a la par que los esfuerzos desplegados para ayudar a las niñas a seguir su educación: “Cuando se empodera a las niñas y mujeres, se empodera también a los jóvenes y a los hombres, a los niños y todos aquellos que les rodean”.

El programa conjunto de la UNESCO, el FNUAP y ONU Mujeres aplica un enfoque holístico y multisectorial con miras a emancipar a las niñas y a las mujeres jóvenes mediante una educación de calidad. Unas 700 niñas y mujeres jóvenes no escolarizadas han tenido acceso a formaciones en 20 centros juveniles de 4 distritos, más de 4000 niñas han participado en los clubes juveniles escolares, y los padres, los docentes y las comunidades se han comprometido a apoyar la educación de las niñas.

Más información (en inglés):