Historia

El poeta chileno Raúl Zurita: “Sin los niños no existe la poesía. Todos son niños cuando leen poesía”

Ingeniero de formación, Raúl Zurita eligió, tal vez, el camino menos fácil. Se adentró en el lenguaje para descifrar o adentrarse simbólicamente en la vida. No con ello dándole la espalda, sino todo lo contrario, quiso plasmar con sus versos lo real, el paisaje sublime, como así también lo salvaje. Así, en Anteparaíso, uno de sus libros más importantes, las montañas son imponentes, se mueven, remitiendo a los Andes, y su presencia siempre presente en Chile y en parte del continente.

Raúl Zurita ha publicado hasta la fecha un sinfín de obras poéticas, traducidas a varios idiomas, entre las que destacan Purgatorio (1979); Anteparaíso (1982); Canto a su amor desaparecido (1986); El amor de Chile (1989); Inri (2003), Zurita (2011), la antología personal Tu vida rompiéndose (2015), entre otros muchos títulos.

Zurita, el poeta de la geografía, de los acantilados del océano Pacífico, escribió además unos versos en los cielos de Nueva York con el humo blanco de cinco avionetas, el año 1982. Un acto que repitió diez años después en la superficie del Desierto de Atacama, donde inmortalizó las palabras: “ni pena ni miedo”, unos versos de tres kilómetros de extensión que solo pueden ser vistos desde el aire.

En estos tiempos pandémicos ¿Cómo abogamos día a día por la poesía?

"No quiero ser ingenioso pero la poesía se defiende sola o no la defiende nadie. Quiero decir, simplemente, que la gran poesía comienza con lo humano y terminará cuando el último de los hombres contemple el último de los atardeceres."

 

A sus 71 años cumplidos en enero pasado, y con una vida premiada por las principales distinciones nacionales e internacionales, el último de ellos, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2020, el poeta dice que no cree mucho en eso de las etapas de la vida. “¿Qué importa tener 71 años? tuviste 15, 50 y ahora 71”, señala. Unas palabras que reflejan que el poeta sigue vital, a pesar del párkinson que lo aqueja, y como ha señalado en otras ocasiones, sin autocompasión: “intentando llegar al fondo de mí mismo. Si llego es posible que llegue también al fondo de cualquier ser humano”.

Infancia en versos

Zurita aprendió castellano e italiano en forma simultánea y fue La divina comedia de Dante Alighieri el primer libro en impactar su sensibilidad artística cuando era un niño, a través de Josefina, su abuela, una emigrante italiana que le leía fragmentos de esa obra, mientras su madre, ya viuda, trabajaba. En el caso del colegio, el poeta recuerda que la lectura del Mio Cid Campeador fue algo que lo marcó. “Todavía recuerdo su comienzo”, dice nostalgico.

Cuando se le pregunta qué tan importante es la lectura de la poesía desde edad temprana, señala que “sin los niños no existe la poesía. Todos son niños cuando leen poesía”.

Y a la interrogante de cómo podemos preservar los talentos y genialidades innatas de los niños y niñas desde la educación y la poesía, confiesa humildemente: “daría mi vida por saberlo”. El poeta, tal vez, deja la interrogante para ser respondida por otros, como un canto a la esperanza.

Memoria y acción

En la historia del arte y la poesía latinomericana, Zurita está presente en los años ochenta  con el grupo Colectivo de Acciones de Arte (CADA) que en tiempos de la dictadura cívico-militar chilena (1973-1990) denunciaron al régimen con el arte como un recurso. Allí estaban junto a Zurita, Diamela Eltit, Fernando Balcells, Lotty Rosenfeld y Juan Castillo con quienes hacía acciones que llamaban a tomar conciencia por medio de la provocación y la resistencia. En otras palabras, las obras de Zurita fueron y han sido una constante denuncia, identidad, memoria y también silencio, pues todo poema, toda poesía son pequeñas islas en el océano infinito del silencio, dice. Y allí el poeta, ha utilizado el lenguaje de la calle, del ciudadano común y corriente, al lado de una poesía lírica, delicada y refinada para expandir la voz de la gente, muchos ellos, sin voz.

“No le pidamos al poema lo que los seres humanos no hemos hecho en la vida”, dice Zurita cuando se le pregunta por el rol de la poesía en la sociedad ante momentos de crisis. Agregando: “La poesía no es una respuesta, es siempre una pregunta abierta”.

La poesía de Raúl Zurita, como sus palabras, poseen una intensidad notable. No hace diferencia entre poesía, política, amor y arte. Zurita, de una barba blanca como los antiguos sabios, sigue reflexionando y escribiendo. Un activista, un poeta que se le puede ver en las calles de Santiago, rodeado de jóvenes que, al igual que él, no renuncian a los sueños y las utopias, y en eso, sin duda, la poesía es su principal testigo.

Sueño un mar nuevo, una nueva planicie, un

blanco que se extiende

al sur de este mundo

Sueño con unos ojos nuevos, con una nueva

vida, con el aire humano silbando

las orillas del ventisquero y la Patagonia

Sueño con los nuevos hermanos de las

heladas praderas viniéndose

como vendrá el nuevo mundo, como se

congelarán los fríos de alma hasta el

fondo de la escarcha

Sueño con un nuevo poema en las heladas

planicies

Sueño con tu amor, con los párpados nevados

de tu amor flameando

sobre la libertad final de nuestros aires.

 

*Del libro El amor de Chile (1989).