Federico Ariel Premio Unesco Al Fozan para Jovenes Cientificos 2023

Historia

El potencial de la biotecnología desde el sur del mundo: El argentino Federico Ariel recibió el Premio Unesco-AI Fozan para Jóvenes Científicos

Federico Ariel, científico e investigador del Conicet de Argentina recibió el Premio Internacional Unesco-AI Fozan para la Promoción de Jóvenes Científicos en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM) por su trabajo sobre el papel que desempeña el ARN (ácido ribonucleico) largo no codificante en las plantas, para desarrollar tecnologías que puedan reemplazar los pesticidas sintéticos.

Esta es la primera edición del premio bienal, establecido por la Unesco en 2021, en asociación con la Fundación Al-Fozan en Arabia Saudita, que premió al científico argentino y a Abdon Atangana (37 años), de Camerún; Qiaomei Fu (39), de China; Hesham Omran (38) de Egipto; y Jelena Vladic (37), de Serbia.

El doctor Ariel, de 40 años ha sido reconocido con este premio global por su investigación en la que profundizó sobre el papel que desempeña el ARN largo no codificante en las plantas.

Recibir un premio internacional de semejante prestigio permite hacer un balance y poner en valor el camino recorrido, que en mi caso empezó hace muchos años en Argentina, donde hice mi carrera universitaria y mi doctorado. Luego continuó en Francia y luego nuevamente en Argentina, como científico repatriado.

Federico ArielCientífico e investigador del Conicet de Argentina

A este premio se presentaron más de 2.500 candidaturas y el Dr. Ariel destaca que esta es una distinción que recibe también en reconocimiento a los equipos de trabajo que le apoyaron a llegar hasta esta instancia.

“La ciencia es un trabajo colectivo del que participaron mis diferentes y sucesivos grupos de investigación que dieron fruto a los avances tanto científicos como tecnológicos que me hicieron merecedor de este premio. En definitiva, como científico argentino, me reconforta poder hacer el balance y llegar a la conclusión de que fue y es posible desarrollarme profesionalmente en América Latina, generando conocimiento y tecnología para la región y el mundo”.

Dentro de los variados logros desarrollados en la carrera profesional de este científico argentino se encuentra el desarrollo de una plataforma para controlar la expresión génica en plantas y en patógenos.

“Desde hace más de una década trabajamos en el campo de la biología y la bioquímica del ARN en plantas. Gracias a nuestros avances científicos, entendimos cómo podíamos comunicarnos con las plantas mediante información codificada en ARN, haciendo aplicaciones exógenas (por spray, con tecnología no-transgénica). El ARN ocupa un lugar central en la biotecnología del siglo XXI, sobre todo a partir de las nuevas vacunas que emergieron durante la pandemia. Nosotros estamos diseñando soluciones basadas en ARN para la protección de cultivos, reemplazando pesticidas sintéticos por la información que la planta necesita para defenderse. Podría decirse que desarrollamos vacunas para cultivos, a diferencia que los humanos necesitamos que nos inyecten el ARN, y las plantas son capaces de absorberlo. Este tipo de tecnología es inocua, altamente específica y permite proteger a los cultivos de patógenos, de manera respetuosa del ambiente y de la salud de las personas. Por eso es tan promisoria en un contexto de cambio climático, y de crecimiento de la población mundial”, destaca Ariel.

Investigaciones que apoyan el desarrollo sostenible

El desarrollo de este tipo de tecnologías tiene un amplio impacto social al reemplazar los pesticidas sintéticos dañinos.

“En términos sociales, existe una creciente demanda en Argentina y el mundo en general, respecto a una urgente revisión del paradigma actual de producción de alimentos. El mal uso y el abuso de agroquímicos es responsable de la intoxicación e incluso la muerte de cientos de miles de personas en el mundo cada año, además del impacto a nivel ambiental. Necesitamos desplegar toda la creatividad científica posible para crear nuevas y diversas soluciones que permitan resguardar la productividad de los cultivos, y a su vez proteger el ambiente y la salud humana. Las tecnologías basadas en ARN se encuadran dentro de esta lógica superadora”, destaca Ariel. “Esta situación implica una necesidad de innovación tecnológica tanto en los países centrales como en los periféricos, y tenemos una oportunidad para repensar cómo queremos seguir produciendo alimentos”, agrega.

Ciencia, Tecnología y Emprendimientos

Durante su carrera profesional, Ariel desarrolló su propia start up APOLO BIO TECH y desde esa experiencia apoya el potencial del sector científico en aportar a los cambios tecnológicos.

“La biotecnología moderna se basa en los avances de la biología molecular. En ese sentido, el sector científico cuenta con un potencial enorme para la transformación de ciencia en biotecnología. El know-how es tan importante en este contexto, que resulta inherente imaginar el lanzamiento de una empresa como spin-off de un laboratorio científico que se encuentra en la vanguardia del conocimiento. Por esto tomamos la decisión de lanzar APOLO Biotech, una vez que obtuvimos resultados positivos en el marco del Programa de Ciencia y Tecnología contra el Hambre (financiado por el MinCyT en Argentina), que nos permitió probar si podíamos modular genes de plantas y patógenos de manera no-transgénica, haciendo uso de ARNs exógenos estabilizados”, señaló.

Este proyecto fue apoyado y acompañado por el CONICET y la Universidad Nacional del Litoral. En Argentina, existen iniciativas de financiamiento desde el Ministerio de Ciencia, la Agencia I+D+i, y también desde la Provincia de Santa Fe, que ha apostado al impulso de un hub biotecnológico local. También se han fortalecido las iniciativas privadas y público-privadas para la inversión en startups, lo cual amplía el abanico de posibilidades, y fortalece el ecosistema emprendedor.

Las condiciones para emprender pueden ser mejoradas aún, pero Argentina está emergiendo como un núcleo de innovación muy potente, derivado sin dudas de una sólida tradición científica y una notable educación universitaria.

Federico Ariel

Acceso a oportunidades para científicos y retorno

Este joven científico se califica como un "científico repatriado" y defiende las políticas de estímulo al retorno a los países de América Latina de científicos que se van a estudiar al exterior.

“Soy uno de los miles de científicos y científicas que regresamos a la Argentina en el marco del Programa RAICES del Ministerio de Ciencia y Tecnología. El capital humano de los países de América Latina es ciertamente notable, y necesitamos de políticas activas que nos permitan captar el talento localmente para aplicar nuestros conocimientos en pos de un crecimiento productivo sostenible, y sobre todo para mejorar la calidad de vida de nuestros pueblos”, señala.

Pero más allá del retorno a los países de origen, este joven científico hace un llamado al trabajo conjunto entre investigadores de los países de la región.

“En América Latina tenemos un gran camino por recorrer para estrechar las colaboraciones científicas entre nuestros países vecinos. Existen experiencias positivas, como el CABBIO entre Brasil y Argentina. Sería muy importante contar con herramientas que nos permitan montar redes científicas de colaboración entre países de la región, promover el intercambio de jóvenes y abordar conjuntamente desafíos comunes en temas clave, como la energía, el clima, la producción de alimentos, la computación, y obviamente también las diferentes ciencias sociales”, destacó.

Popularización de la ciencia y la tecnología

Respecto a un acceso cada vez más amplio a la ciencia y la tecnología, Ariel defiende que “la toma de decisiones basadas en conocimiento resulta esencial no sólo para el desarrollo sostenible, sino también para la distribución equitativa de la riqueza y la garantía de derechos y oportunidades. En la actualidad, el conocimiento es poder, tanto a nivel personal, como colectivo. Son las sociedades con más desarrollo científico-tecnológico las que lideran el mundo. Pero también son los países centrales los que más contribuyen al calentamiento global. Y eso deja ver que las decisiones no se toman siempre en base a la ciencia, sino más frecuentemente se lo hace en base al mercado”, destacó.

Nos urge incentivar las vocaciones científicas en todas las disciplinas y en todas las sociedades, ampliar el debate con argumentos y generar conocimiento para la toma de decisiones. Necesitamos lograr que las demandas colectivas respaldadas por argumentos científicos se resuelvan en políticas públicas reales, que impacten en la calidad de vida de las personas y en el cuidado del ambiente. Es urgente incluir a las variables de ambiente y salud en la ecuación de productividad de las empresas y de los países.

En este sentido hace un llamado a los jóvenes que están comenzando en el mundo de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM por sus siglas en inglés).

“Los y las instaría a que no perdamos la perspectiva desde la cual ejercemos nuestro oficio. Que aboguemos por la producción de ciencia y tecnología desde la igualdad, la diversidad y el respeto por el ambiente y la salud de las personas. Y que participemos de los debates sociales, que aportemos conocimiento científico y sepamos valorar e incluir los conocimientos ancestrales de nuestro entorno y de nuestros pueblos, que muchas veces guardan las respuestas que intentamos buscar con sofisticaciones científicas y tecnológicas”, puntualizó.