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El riesgo de desastres de origen natural en tiempos de Covid-19

Basado en la asesoría del grupo consultivo para la gestión de riesgo de desastres (GERM), la UNESCO exhorta a integrar la acción frente al COVID-19 con la prevención de desastres, consolidando estrategias que protejan a la población frente a las amenazas naturales.

El mundo enfrenta decididamente la pandemia del COVID-19 con distintos grados de avance. Es aún una crisis en expansión que cobra vidas humanas, afecta seriamente el funcionamiento de la sociedad, las familias y las personas; y perjudica severamente la economía a escala nacional y mundial. Las consecuencias de este desastre pudieran cambiar, por mucho tiempo, las relaciones económicas, sociales e interpersonales en el mundo y en cada uno de nuestros países.

En medio de esta batalla no se puede descuidar la vigilancia frente a las fuerzas de la naturaleza manifestada por terremotos, huracanes, inundaciones y sequías, las cuales no se detendrán durante la actual emergencia mundial.

En consecuencia, debe incrementarse el esfuerzo en la implementación de medidas para abordar ambos desafíos, reforzando las medidas de prevención frente a los desastres. La evidencia en nuestra región muestra la ocurrencia de sismos recientes en México, Ecuador, y Colombia; sequías en la Cuenca del Plata, México y Cuba. Mientras que, para México, Centroamérica y el Caribe se aproxima el inicio de la temporada de huracanes.

En relación a este último peligro, la Universidad de Colorado ha publicado el 2 de abril su primer pronóstico anual (https://tropical.colostate.edu), en el cual se indica una temporada con una actividad superior a la estimada como promedio. Se calcula una probabilidad de la ocurrencia de 16 huracanes y 4 de ellos muy intensos. De manera que el riesgo de impacto en los países de la región es mayor que el habitual.

Los daños recientes producidos por el impacto de estos fenómenos meteorológicos en el Caribe y Norte América han sido muy grandes. Entre 2017 y 2019 fallecieron 3625 personas y las pérdidas económicas directas alcanzaron 339.36 mil millones de dólares estadounidenses.

En la región del Pacífico, a inicios de abril de 2020, el huracán Harold de categoría 5, batió con su fuerza mortal a los pueblos de Vanuatu, Fiji, Islas Salomón y Tonga. Ante esta situación, el Secretario General de las Naciones Unidas llamó la atención sobre este desastre en medio de la lucha del mundo contra coronavirus COVID-19 y reconoció que, bajo esta situación de desastre, la pandemia agrega una nueva dimensión de vulnerabilidad para la sociedad.

Por ello, se recomienda incrementar la preparación en los países, teniendo en cuenta la grave situación actual. Deben reforzarse los sistemas de vigilancia y de alerta temprana; la preparación para reducir las vulnerabilidades, incluyendo la elevación de la percepción del riesgo. Un desastre producido por cualquiera de las fuerzas extremas de la naturaleza puede obstaculizar el actual esfuerzo contra el COVID-19, agravando la situación por la interrupción de los servicios básicos: funcionalidad de las infraestructuras hospitalarias, servicios de agua potable y saneamiento, control de la contaminación, obstrucción al acceso a zonas en cuarentena y otras.

Ante esta posibilidad, la Unesco convoca a revisar los protocolos de actuación ante los desastres en medio de la pandemia actual, incorporando acciones frente a la simultaneidad de ambos flagelos.