Noticia

¿Con qué rapidez transforman los países sus sistemas educativos? Todo lo que Ud. necesita saber sobre el nuevo método de puntuación del ODS 4 para 2023

SDG4 benchmark

El método de puntuación del ODS4 para 2023 muestra la rapidez con que los países progresan en la consecución de sus metas nacionales. Se trata del primero de una nueva serie de informes anuales que se publicarán cada 24 de enero, Día Internacional de la Educación.

¿En qué consisten las puntuaciones nacionales del ODS4?

Como se explica más detalladamente en este blog, los valores de referencia nacionales del ODS4 son metas que los países se han fijado para el periodo de 2025 a 2030 en lo relativo a siete indicadores principales de educación: Número de párvulos que asisten a la enseñanza de la primera infancia; tasas de abandono escolar; índices de graduación; brecha de género en los índices de graduación; baremos mínimos de resultados en lectura y matemáticas; formación de docentes y gasto público en educación.

Un resultado fundamental de la Cumbre sobre la Transformación de la Educación fue que se añadieron tres nuevos indicadores al marco de seguimiento del ODS4,  -educación ecológica, transformación digital y participación de jóvenes y estudiantes en la formulación de políticas- con sus respectivos valores de referencia nacionales. La tarea de definir estos indicadores prosigue en la actualidad.

¿Por qué los países determinan sus propios valores de referencia?

Los valores de referencia nacionales del ODS4 sirven para diversos objetivos. Lo más importante es que contribuyen a poner en contexto el seguimiento de los avances en la consecución de nuestros objetivos en materia de educación. En los valores de referencia se reconoce que cada país tiene un punto de arranque diferente, pero también que, a lo largo de la historia, todos los países en conjunto han progresado a un ritmo determinado. En el proceso de fijar baremos de referencia los países se comprometieron a avanzar más rápidamente que si se hubieran limitado a seguir las tendencias del pasado. 

¿Qué muestran los valores de referencia nacionales?

Hasta ahora, tres de cada cuatro países han presentado los valores de referencia o las metas nacionales que se proponen alcanzar de aquí a 2030.

Algunos de estos baremos revelan una gran ambición, ya que el 25% de los países se ha comprometido a avanzar a un ritmo superior al que habían logrado hasta ahora. Las aspiraciones son especialmente elevadas en lo tocante a mejorar los resultados de la lectura en la enseñanza primaria en los países más pobres, que muestran índices previos más bajos, lo que podría deberse a que esos países carecen de estadísticas suficientes o están menos familiarizados con sus progresos anteriores.   

La labor realizada en torno a los valores de referencia ha revelado una insuficiencia aguda de datos relativos a las metas educativas. La mitad de los países carecen de estadísticas sobre sus niveles de aprendizaje o el porcentaje de docentes cualificados que ejercen en las escuelas primarias; un tercio de los países carecen de datos sobre los menores no escolarizados.

¿Qué indican las puntuaciones aplicadas al ODS4?

Las puntuaciones relativas al ODS4 ponen de manifiesto la rapidez con que los países avanzan en la consecución de los objetivos que se han fijado en relación con el ODS4. Entre los países que disponen de valores de referencia, la mayoría progresan a buen ritmo en lo tocante a los índices de graduación en la enseñanza primaria, pero en uno de cada diez países los índices de escolarización empeoraron  entre 2015 y 2020. Por lo menos uno de cada tres países retrocedió en competencias de lectura y en formación de docentes en los niveles de preescolar y primaria.

En este primer informe de puntuación se examinan detalladamente dos indicadores -los relativos a la tasa de graduación en secundaria superior y a la participación en la educación de la primera infancia-; en ambos, apenas uno de cada tres países tiene buenas probabilidades de alcanzar sus baremos nacionales en 2025; en su mayoría se trata de los países más ricos.  

En lo referente a la tasa de graduación en secundaria superior, el progreso ha sido más bien lento en casi todos los países examinados. Rwanda es el único país de bajos ingresos que ha logrado avanzar con celeridad; la mayoría de los demás países de bajos ingresos padece un déficit de estadísticas o bien carece de metas nacionales en este capítulo. En la mayor parte de los países de ingresos medios bajos los cambios han sido más pausados, aunque siete países se destacan por un progreso relativamente rápido: Bangladesh, Bolivia, Egipto, El Salvador, Ghana, Kirguistán y Nepal.

En cuanto a los índices de participación en la enseñanza preescolar, los países de ingresos elevados tienen más probabilidades de avanzar con rapidez. Por el contrario, los países de ingresos medios han realizado progresos más lentos y cuentan con menos posibilidades de alcanzar sus metas nacionales de aquí a 2025. No obstante, hay 14 países de ingresos bajos o medios bajos que mantienen el ritmo adecuado en la consecución de sus baremos: Burkina Faso, Burundi, Bhután, Camboya, Côte d'Ivoire, Ghana, Guinea, India, Kirguistán, República de Moldova, Rwanda, Sierra Leona, Vanuatu y Viet Nam.

Uno de cada tres países -y dos de cada tres, en el caso de las naciones de bajos ingresos- incumplen uno de los dos baremos mínimos sobre financiación de la educación. Entre los que disponen de datos, el 64% de los países de bajos ingresos y el 29% de los de ingresos medios y altos quedaron por debajo de ambos valores de referencia. La carencia de estadísticas constituye un problema mayor en los países más pobres: el 24% de los países de ingresos bajos, el 15% de los de ingresos medios y el 6% de los de ingresos altos no aportaron datos sobre el gasto público en educación.

¿Qué puede ayudar a que los países cumplan con sus valores de referencia en lo relativo a la educación de la primera infancia?

El propósito de este examen de los valores de referencia no es solo mostrar los progresos realizados, sino también ayudar a que los países verifiquen el nexo entre las políticas específicas y los avances logrados. En lo tocante a los índices de participación en la enseñanza preescolar, hay tres políticas que mostraron su importancia: 

Legislar. Implantar la educación preescolar gratuita y obligatoria: En 2020, había 91 países de un total de 188 examinados, en cuya legislación no se garantizaba ni un solo año de enseñanza preescolar gratuita y obligatoria. Los países que sí garantizaban dichos servicios al menos durante un año mostraban índices de participación superiores y valores de referencia más altos.

Regular. Habida cuenta del gran número de empresas privadas que ofrecen servicios de educación preescolar, los gobiernos deben reglamentar esta actividad, para garantizar la igualdad y la calidad. Aunque el 97% de los países regulan la aprobación, la concesión de permisos y la creación de centros de enseñanza preescolar, solo el 26% de ellos proporciona apoyo específico a los grupos de población más vulnerables para ayudarles a pagar los gastos de matrícula y apenas el 15% prohíbe que los proveedores no estatales funcionen con fines de lucro. En los países donde las tasas de matrícula para grupos específicos de la población están subsidiadas, el porcentaje de niños que participan en cursos sistemáticos de aprendizaje durante el año previo a su ingreso en la enseñanza primaria es un 13% más alto que en el resto, mientras en que los países que aplican regulaciones para fijar las tasas, los índices de participación superan en siete puntos porcentuales a los demás.

Financiar: El gasto en la enseñanza preescolar pública incrementa la matrícula. Entre los 80 países que presentaron datos en el periodo de 2018 a 2020, el 0,43% del PIB se destinó a la educación preescolar. Cuatro países gastaron más del 1% del PIB en este capítulo: Belarús, Ecuador, República de Moldova y Suecia. En promedio, si se duplica el gasto, pasando del 0,25 al 0,50 del PIB, la participación se triplica y sube del 20% al 60%.