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Existe un déficit de financiación de casi 100.000 millones de dólares para que los países alcancen sus metas educativas

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Un nuevo documento del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo de la UNESCO ha revelado que los países de ingresos bajos y medios-bajos se enfrentan a un importante déficit de financiación para alcanzar sus metas nacionales de referencia para el ODS 4. El documento, titulado “¿Pueden los países permitirse los puntos de referencia que han fijado para el ODS 4?”, estima que el 21% de la financiación necesaria para alcanzar estas metas sigue sin contabilizarse, lo que se traduce en un déficit de financiación de 97.000 millones de dólares.

Las nuevas conclusiones se presentaron en la reunión de alto nivel de ministros de Educación y Finanzas, que tuvo lugar el 13 de abril en el marco de las Reuniones de Primavera del Banco Mundial y el FMI en Washington D.C. El evento se centró en reformas en materia de políticas para aumentar el gasto en educación, garantizando al mismo tiempo la máxima eficiencia del dinero gastado.

“Sólo se invertirá más en educación si nos comprometemos con las realidades fiscales de los países”, afirmó Stefania Giannini, Subdirectora General de Educación de la UNESCO, en su intervención en el evento paralelo. “Y debemos maximizar el rendimiento de la inversión por cada dólar gastado para dotar a todas y todos los estudiantes de los conocimientos, habilidades y valores que necesitan para un mundo que está evolucionando rápidamente”.

Paralelamente, la co-Presidencia del Grupo Sherpa del Comité Directivo de Alto Nivel del ODS4 y el Center for Global Development organizaron un evento paralelo sobre “El sistema multilateral de financiación de la educación: Una agenda para el cambio positivo”, con el objetivo de poner en marcha una iniciativa de seis meses para abordar la eficacia del sistema multilateral de financiación de la educación.

Llamamiento para renovar la estrategia de financiación de la educación

El llamamiento en favor de una estrategia renovada de financiación de la educación se produce tras la perturbación causada por la crisis de la COVID-19, que se tradujo en un recorte del gasto público en educación en el año posterior al inicio de la pandemia en dos tercios de los países de ingresos bajos y medios-bajos. Mientras tanto, la ayuda se ha estancado en los presupuestos de los países donantes y la educación está recibiendo un porcentaje cada vez menor de la ayuda disponible.

El nuevo documento calcula que, si los donantes cumplieran sus compromisos de destinar el 0,7% del INB a la ayuda, y dieran prioridad a la educación básica en los países más pobres, se podría cubrir un tercio de ese déficit. Sin embargo, incluso con esta ayuda, seguiría existiendo una significativa falta de fondos. Por lo tanto, es fundamental que los países más pobres del mundo gasten eficazmente cualquier fondo adicional para garantizar que se cumpla el derecho de sus niños y niñas a la educación.

Entre las prioridades de la financiación de la educación se encuentra la necesidad de una mayor inversión en el personal docente.  Es necesario triplicar el número de educadores de preescolar en los países de ingresos bajos, y duplicarlo en los países de ingresos medios-bajos para que los países puedan alcanzar sus metas de referencia en materia de educación del ODS 4.  Además, el número de docentes de primaria deberá aumentar casi un 50% en los países de ingresos bajos.

El nuevo documento también incluye las implicaciones financieras de la transformación digital en la educación, uno de los principales desafíos que tanto los gobiernos como los socios para el desarrollo quieren abordar. Calcula que tan sólo la inversión inicial para conectar todas las escuelas a la red, instalar una buena conexión a Internet, proporcionar dispositivos escolares compartidos y adaptar el aprendizaje digital costaría hasta 183.000 millones de dólares en los países de ingresos bajos y medios bajos.